En tu próximo viaje, anímate a pasar unos días al natural.

 

Por excelencia, el lema que unifica y da identidad a los ticos es “pura vida”, pues se percibe en la manera en que conviven con su entorno y preservan la riqueza natural de su país. El ejemplo más vistoso de esta forma de ver el mundo se encuentra al noroeste de su territorio: Guanacaste es un tesoro que te hará apreciar y disfrutar lo bonito que es vivir.

La tierra verde

En Guanacaste, la protagonista es la naturaleza; se distingue la infraestructura de una ciudad contemporánea, claro, pero está pensada como medio, y no como un fin, para facilitar la convivencia de pobladores y turistas con la flora y fauna del lugar. Es por eso que la mayor parte del territorio guanacasteco está destinada a sus parques nacionales y a sus reservas ecológicas. Ahí es en donde debe comenzar un viaje a este destino.

Un paseo en bote por el río Tempisque, que atraviesa el Parque Nacional Palo Verde, es la oportunidad perfecta para observar cocodrilos, iguanas, monos araña y aves exóticas moviéndose en su entorno. Esto lo puedes ver durante un descenso en tirolesa, donde familias enteras de monos aulladores juegan y te saludan desde las copas de los árboles.

Pero esto es solo una probadita de la gran variedad de especies que habitan aquí. En el Ecocentro Danaus, por ejemplo, es común encontrar lagartos, ranas, perezosos, guatusas (roedores muy simpáticos) y mariposas conviviendo entre orquídeas y representantes del pueblo Maleku (también conocidos como Guatusos) que tienen aquí un espacio para preservar su cultura.

 
 

La naturaleza en tu paladar

Comer aquí es más que una simple acción: se trata de una experiencia donde podemos sentir cómo cada ingrediente forma parte de nosotros. Se come bastante bien y de manera balanceada. El mayor ejemplo de esto es el tradicional desayuno guanacasteco: picadillo de carne con papa y papaya verde, gallo pinto (platillo a base de arroz y frijoles), huevos y plátano frito. Todo preparado con los productos más frescos y orgánicos.

Paz al nivel del mar

Aunque es decisión de cada viajero, las playas guanacastecas te pueden resultar más placenteras después del mediodía. Piensa en el golfo de Papagayo, por ejemplo, con sus hermosas playas ideales para practicar snorkel y conocer la fauna marina; volver a la superficie y dejar que el agradable calor de la tarde te seque mientras paseas a caballo sobre la arena hasta llegar a una playa virgen (que no son pocas aquí). Estás de regreso en la naturaleza. Estás en donde debes estar.

 

Acabas de leer sobre...

¿Te dieron más ganas de viajar?

¡Gracias por tu respuesta!
 

Artículos
relacionados